29 de octubre de 2011

Inteligencia Emocional en Niños


Por lo general en el proceso de educación del comportamiento de los padres hacia los hijos tienden a  comparar  los comportamientos de un niño con otro, o a etiquetarlos como bien portados, mal criados, etcétera.  Creo, no existen ‘’niños buenos’’ o ‘’niños malos’’ lo que hay es padres que les enseñaron a estos a resolver de manera efectiva los problemas que se presentaron, y otros no. En parte de esto radica la Inteligencia Emocional en los niños; al referirme a la Inteligencia Emocional hago referencia  a la capacidad para gestionar de manera correcta nuestras emociones.

En los niños los encargados de hacer desarrollar esta capacidad son por un lado los padres y por el otro la escuela.

El desarrollo de la inteligencia está íntimamente relacionado con la educación de los sentimientos; un niño que se siente seguro es un niño que se siente querido. Aquí entramos en el área de intervención de los padres que son quienes apuntaran hacia formar un hijo 100% afectivo. Los padres que manifiestan apego, cariño, amor, producen efectos positivos en sus hijos (desarrollo afectivo). En la escuela estos niños será más eficaces, con mayor concentración, más responsables (desarrollo cognitivo). Al momento de relacionarse serán más expresivos, talentosos, causaran mayor impresión, más hábiles para hacer amigos, no serán tímidos (desarrollo social).

Para ir entendiendo mejor, el buen desempeño general del niño depende más del factor EMOCIONAL. Importante notar que hasta aquí no hemos tocado el punto del alumno de ‘’excelentes calificaciones’’; osea, que la excelencia académica escolar NO garantizará el desarrollo pleno de la autoestima, seguridad, vocación, etc. Mientras que la parte emocional sí. En lo personal, he conocido alumnos excelentes pero tímidos y con dificultad para adaptarse.

La personalidad se afianza en el niño en base al proceso de socialización, proceso que el niño asimila valores, costumbres y actitudes de la sociedad. Siendo los padres los encargados de contribuir en esta labor; es decir, la vida familiar será la primera escuela de aprendizaje emocional.
Ahora entramos al campo de intervención de la escuela, quien a través del docente tiene que enseñar a los alumnos  ser más emocionalmente inteligentes. El docente es quien debe dotarlo de estrategias y habilidades emocionalmente básicas y que estas potencialicen actitudes positivas en el niño y eliminen efectos negativos en el. No soy partidario del alumno tímido, inactivo, que no participa; soy partidario que el docente es más tímido y esta desmotivado para dar su clase. No creo en el alumno ‘’relajoso’’ ‘’inquieto’’; creo es en el docente aburrido, lento e inactivo.

El rol del docente en la escuela juega un papel importante en el desarrollo de la inteligencia emocional en el niño y en especial de sus alumnos. Finalizo enfatizando en que hay que potencializar la I.E. en el niño, solo así este demostrará una personalidad  efectiva.

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